Parece que he llegado y sigo aquí, retorciéndome en mi propia soledad. Exilio más que merecido que atormenta mi ser y cada palabra que escribo. Oigo el sonar de un teclado que me recuerda lo que dejé de hacer. Me asomo a la ventana y veo hogar, felicidad, sol, Música. Armonía, eso es lo que necesito. Tarde o temprano llegará, pero mientras tanto, navego en un mar tempestuoso hecho de espinos rosados, brillantes y dorados, que parecen caros pero que, en aquel lugar, no tienen sentido alguno. Me gustaría que fueran de verdad, tan naturales y humildes como una gota de rocío.

Nada llena esa soledad hasta que de verdad hayas encontrado, en ese Círculo, un Cuadrado. O puede que no, quién sabe la de disposiciones cósmicas que existen y existirán para siempre, intercambiando formas que nada tienen que ver con la geometría. O sí, quién sabe...
CJM
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