martes, 27 de septiembre de 2016

Oda a Oriente

En Oriente, escribe prudente
el fuego y suspiran las nieves,
marchitan petalos tulgentes
y renace el mundo cuando quiere.

En el devenir de un lobo solitario,
donde el viento se confunde
con el pan matutino,
con la sangre,
con el camino.

En el sol rojo y amarillo,
donde se quema cobre
y poesía, nació la luz,
ingrávidamente,
a la sombra de la vida,
donde no pasa el tiempo
ni se escuchan canciones,
donde un mañana es todavía
y todavía acaba en mañana,
y todo acaba en nada,
y tantos oidos nos llevaron
en tantas direcciones,
y a tantas batallas.

No supe, no pude, no quise
sembrar flores, arrancar pieles,
vestir de ti orgulloso.

No supe, no pude, no quise
pulir palabras, pintar paredes,
mirarme en tus ojos.

viernes, 16 de septiembre de 2016

Infinito

Elegancia ternera de una vaca
regente y sobre los puños de roca,
de la Tierra que no es poca
y de un beso en una estaca,
que labra Juanillo, el pasiego,
-estalactita de las nubes-
que por sendero de rías anduve
y todo lo que tuve, lo retuve.

Piedra sobre piedra y
prolongan en madera,
que no siempre un corazón
termina en Omega.
Así construyen un balcón
como fruto de la hiedra
sobre los topillos que escarban
sumergiendo la carretera.

Se me derramaron ojos verdes
que oxidaron como el cobre
envueltos en albal ocre
por una distancia rebelde.
Se me derramaron redes de gotas
que apresaron truchas sobre el fango.
Tal vez haya rodado como una pelota
en una senda.

Pero no la ande yo:
soy solo guadaña contra hierba.

(Y si no, otro gallo cantará)

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Benjamín Prado

EL DÍA EN QUE DEJE DE QUERERTE

Sé que llegará el día en que deje de quererte.
Todo será tan rápido:
primero pensaré que la vida se acaba,
 que nunca fui más lejos que al dejarte marchar;
después vendrá el olvido.
 Estos poemas hablarán todavía de nosotros
 pero de tí y de mí, ya no, ya nunca más.
Cuando África amanezca cubierta por la nieve
y en los cuadros de Goya luzca el sol.
 El día en que las águilas se vuelen de los dólares,
Pompeya se despierte de su sueño a la sombra del volcán,
entonces, sólo entonces dejaré de quererte.
El día que no acabe a las doce de la noche.
El día en que el cielo de Marte cubra el cielo
 o Raskolnikov salga de ‘Crimen y castigo’
a poner unas rosas en la tumba de Dostoievsky,
entonces
todo habrá terminado,
no te voy a querer.

Para hasta que eso ocurra,
sólo tú y yo
podríamos
separarme
de ti.


miércoles, 7 de septiembre de 2016

La MAREA

 LA MAREA

Ayer fui agua,
y tu eras mía luna,
creabas las mareas
y de tu fuerza yo fluía.

Cuán bella era la madrugada
que bonito el olor de tu rocío,
que se antojaba en durar cuando
hacía frío, y se hacía escarcha.

Alcancé tu reflejo,
y viejo, el viento
me llevó hasta la orilla
lejos, se escuchaba
el triste suspiro del horizonte.

Haz que suba la marea, 
¡que llueva!, sácame de aquí
disuelve la arena que me rodea.
Que viene viento de levante
¡aire! 
No habrá cura, luna
no habrá amanecer
no existirá el disfrutar
humilde, ni la belleza
sincera. No habrá nada
más que materia, y casas
y coches y yates y guerras
Habrá cordura.
No quiero vivir en ese imperio.

Sálvame luna.



domingo, 4 de septiembre de 2016

El lince y el perro

EL  LINCE Y EL PERRO

En mi retina retratado
llora el recuerdo de aquel
lince veloz y fiel, a su instinto.
Caen lágrimas también
de aquel chucho que
se convirtió en perro
y disfrutó del afecto
de su único compañero. 
Era libre el perro adueñado
y esclavo el lince solitario
hoy son solo recuerdos
que lloran en mi cabeza encarcelados. 
Se puede añorar
sin que nada haya cambiado. 

sábado, 3 de septiembre de 2016

Oda a la soledad

Me gusta la soledad porque en ella 
me hablan las cosas, y todo 
vale más que monedas en el viento.

Me gusta porque en ella susurran el niño 
y el olivo, aúllan el lobo y el inspector,  
ensordecen el cariño y el olvido, 
 el recuerdo y un verso de dolor.

Se me hiela la sangre, el rugido y la letra,
quiebran el olmo y el pino
siempre oliendo a primavera,
cuánto vino he bebido,
cuántas fieras por el camino,
cuánto amor entre las estrellas,
yo, solo, conmigo,
navegué entre espuma y vidrieras,
hacia la asimétrica belleza
del recuerdo de un loco,
y hacia las enredaderas,
y trepé por ellas un minuto,
como si el tiempo fuera mio
y nadie me entendiera.