Elegancia ternera de una vaca
regente y sobre los puños de roca,
de la Tierra que no es poca
y de un beso en una estaca,
que labra Juanillo, el pasiego,
-estalactita de las nubes-
que por sendero de rías anduve
y todo lo que tuve, lo retuve.
Piedra sobre piedra y
prolongan en madera,
que no siempre un corazón
termina en Omega.
Así construyen un balcón
como fruto de la hiedra
sobre los topillos que escarban
sumergiendo la carretera.
Se me derramaron ojos verdes
que oxidaron como el cobre
envueltos en albal ocre
por una distancia rebelde.
Se me derramaron redes de gotas
que apresaron truchas sobre el fango.
Tal vez haya rodado como una pelota
en una senda.
Pero no la ande yo:
soy solo guadaña contra hierba.
(Y si no, otro gallo cantará)
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