Entre calles húmedas y articuladas,
de fuentes y azulejos
se divisa a lo lejos
del horizonte perpendicular una espada.
Es un árbol que se alimenta de, nada,
si acaso rocío
del ocaso frío
que su clorofolila gusta beber emponzoñada.
¡Es de nuevo un limonero!
Esta vez torre de castillo
de campanario amarillo
por limón y por farola y por lucero.
Forma partee de un alcázar viejo,
almorávide tesón que le supera
cuanto cáliz haya a su vera
en las tripas pías del abadejo.
¡Pero qué digo yo!
Fantasma lapidado por la calle de la Amargura,
paseo Barroco de atolondrado bandolero,
que por tanto decir "que la quiero"
atrapado se quedó en su cuna.
¡Ay, Limonero!
Raíz del Cielo
y Corona de Azotea.
Sombra de Plazas Desoladas
y Patriarca de Palmeras...
Tú unes los astros y la Tierra.
Si pudiera conquistador escalarte entero,
vería desde arriba las Perséidas,
viajaría contigo a Kenia
(sí, he dicho a Kenia)
y le daría un patón verde a Mercurio
que subiría tres puntos sobre tu cadera.
Con un plumero quitaría las brumas grises de la luna,
como si fuera tal cosa,
y haría cemento para hacer llorar a un río.
En tu mejilla firmaría un limón rosa
anónimo, por si me haces el lío.
Qué. Soy de una ciudad
infectada por acidez rosa,
como si tal cosa fuera,
¿para verte pendo de tiempo tan solo cierta franja,
no?
Where the horses run,..
Señorita Naranja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario